lunes, 13 de mayo de 2013

VIRGEN DE LOS MÁRTIRES


ÍSCAR: LA VIRGEN DE LOS MÁRTIRES


Ya se van los quintos, madre,
ya se va mi corazón,
ya se va quien me ponía
limones en el balcón.

Mayo suele estar unido tradicionalmente a fiestas de quintos –plantar el mayo- y cantos de ronda e igualmente a celebraciones en honor de Santa María. En Íscar, ambas festividades se dan unidas de modo especial el 13 de mayo, en honor de su Patrona la Virgen de los Mártires.




Antiguamente, comenzábase la función, en la madrugada, colocando la enramada de chopos y álamos, ornados de naranjas, limones y pañuelos. Los quintos solían traer la enramada desde diversas riberas de los alrededores: Pinar del Convento (Mata), riberas de Castrejón (Villaverde) o de Valviadero. Esa misma noche, los quintos acostumbraban rondar a sus novias o a las chicas de su cuadrilla, cantando las tradicionales mayas y dejándoles naranjas y limones en ventanas y balcones.

A media mañana tenía lugar la Misa Solemne, con sermón, a sones de dulzaina y tamboril. Tras la misa, se iniciaba la procesión con la imagen de Santa María de los Mártires. Delante suyo marchaban los quintos, ataviados con sus mejores galas, blancos pañuelos atados al cuello, bordados con flores o con la imagen de su patrona, danzando ante la Virgen. Tras ella acompañan los señores curas y las autoridades de la villa, calle Real adelante hasta verse en la Plaza Mayor. Allí, junto a la Casa Consistorial, vuelta la imagen al pueblo, se canta la salve y se regresa, por el mismo camino, hasta la iglesia.


La procesión de la Virgen de los Mártires en la calle Real, año 1971. 

Algunas mujeres, como la señora Dorotea, que bordó un precioso manto a la Virgen, se quedaban en la iglesia hasta por la noche, velando a la Virgen. Una señora acostumbraba cada año a ir andando, de rodillas, desde la puerta de la iglesia hasta el altar de Santa María de los Mártires.

Acabada la procesión, se bailaba en la pradera que había entre la iglesia y la cava, donde también se ponía antes la enramada, lugar llamado popularmente en Íscar “la Santa María”; como dulzaineros solían acudir los famosos “Pichilines”, de Peñafiel. Parece, incluso, que algunas personas tenían por costumbre el quedarse a comer junto a la iglesia.

Otra tradición propia de este día consistía en que los quintos colocaran en lo alto de la torre de homenaje del castillo un pino. También los que serían quintos el año que viene colocaban otro pino en lo alto de la Cuesta de la Horca, el primer día del mes de mayo.

Indagando en el origen de esta celebración, las personas mayores nos hablan textualmente de que según la tradición “no se podía sacar la imagen en procesión, no se la podía mover del trono”, sin indicarse las posible causas de esta imposibilidad. Así hasta que los quintos del 30 la sacaron en procesión, casi por todo el pueblo, y la gente emocionada, puso colgaduras en los balcones. Y así continuó en años sucesivos celebrándose la procesión. La gente solía ponerse muy pesada, no quería que entrara la Virgen en su iglesia, así que había que ir empujándola poco a poco, hasta conseguirlo. Un año hubo que guarecer la imagen en un colgadizo, para preservarla de la lluvia y del granizo que estaba cayendo.



Hoy en día la tradición sigue vigente, salvo pequeños cambios: la enramada se hace con pinos del Pinar del Concejo de la Villa, que después a los quintos les valen algún dinero. Ya no son sólo quintos los que celebran la fiesta, pues a ellos se unen además las quintas del año, muestra de la  cada vez mayor igualdad de la mujer en todos los órdenes de la vida. Ya no se danza a son de dulzaina y redoblante, sino bajo los acordes de la banda de Coca. Pero la esencia de la fiesta es siempre la misma.

Encargadas de vestir a la Virgen durante toda su vida y adornarla para la procesión fueron las señoras Juana Merlo y Felisa Alcalde, devoción que han seguido las hijas de esta última, Leonor y Mera Martín.

Las madres de los quintos acostumbraban reunirse y comprar flores que adornaran el altar y las andas de la Virgen. Muchas son las devotas que tienen por costumbre o devoción el marchar junto a las andas de Santa María de los Mártires durante la procesión, muchas veces por promesa, como la señora Lorenza Zarzuela, que prometió, de por vida, ir agarrada a las andas y al manto, por haber nacido su hijo un 13 de mayo, al tiempo que la Virgen estaba en procesión.

Esta es, así se celebra, a grandes rasgos, la fiesta de los quintos en honor de la Virgen de los Mártires, patrona de la villa de Íscar.

No llores, niña, no llores,
no llores, que yo no lloro,
aunque me manden a Ceuta,
para luchar contra el moro.

ARRANZ SANTOS, Carlos: Revista “Tierra y Pinar”, nº  54, junio 1985, págs. 6-7.

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