sábado, 20 de julio de 2013

PREGÓN DE VILLAVERDE

PREGÓN DE LAS FIESTAS DE SANTA LIBRADA 2013


Carlos Arranz Santos

Villaverde de Íscar, 19 de julio de 2013



Foto: Roberto García Pardo



Vecinos de Villaverde, dignamente representados por vuestra corporación municipal; encantadoras reinas de las fiestas, Alba, Cynthia y Alba, en representación de la juventud; forasteros que nos honráis con vuestra presencia, amigos todos, os deseo salud y gracia.


            Salud y gracia, especialmente, a todos aquellos chicos y chicas, ya creciditos, que fuisteis mis alumnos en las escuelas de este pueblo durante el curso 1985-86, ya lejano. Agradezco de corazón seguir contando con vuestro cariño, pasados tantos años.

I

Me siento muy honrado de anunciar a los cuatro vientos el comienzo de las fiestas estivales que este pueblo segoviano de la Tierra de Íscar dedica, cada 20 de julio, a Santa Librada, virgen y mártir. Unas fiestas que tienen su origen en un antiguo voto hecho por el concejo de Villaverde, en tiempos medievales, a fin de verse libres sus moradores de algún terrible mal que pudiera acecharles, una epidemia, la sequía pertinaz, algún pedrisco o plaga de langosta.

            La mayor parte de nuestras fiestas tiene un origen religioso. A lo largo del año, las cofradías fundadas en este lugar iban celebrando las festividades de sus patronos, con vísperas, misas y procesiones, en las que danzaban ante los santos de su devoción y les ofrecían limosnas de trigo, rosquillas o tortas. Acabada la función religiosa, compartían con agrado los cofrades, sencillas colaciones o copiosas comidas de hermandad, en las que nunca faltaba el vino, remedio de todos los males, ansiado por ricos y pobres.

 La cofradía de Nuestra Señora era la de mayor relevancia en Villaverde. Su fiesta principal tenía lugar el día 15 de agosto, conmemoración de la Asunción de Santa María a los cielos. A esta hermandad se había unido, en tiempos muy antiguos, la cofradía de San Sebastián, por lo que guardaban también sus cofrades el día 20 del mes de frío mes de enero. San Sebastián, vuestro amado patrón, mártir asaetado, al que dedicaron su iglesia aquellos repobladores cristianos que fundaron esta población, al amparo de la villa de Íscar.

            La Cruz de Mayo y la Cruz de Septiembre eran las festividades propias de la cofradía de la Santa Vera Cruz. La noche del Jueves Santo, en la procesión que recorría las cruces del calvario hasta la ermita del Humilladero, los hermanos de disciplina flagelaban sus desnudas espaldas en recuerdo de la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo, iluminando tan dramática escena los hermanos de luz, con sus cirios ardiendo.


II

            Aunque las mujeres formaban parte de las cofradías, no les estaba permitido ejercer cargos de gobierno, ni asistir a los refrescos y comidas. Sólo la cofradía de Santa Águeda, en la que no tenían entrada los hombres, era gobernada exclusivamente por mujeres.

            En muchos lugares, cada 5 de febrero, festividad de la santa, reciben simbólicamente las águedas, la vara de gobierno del pueblo. Un gobierno que la sociedad actual debe reconocer realmente a la mujer, situándola en un plano de igualdad con el hombre, en una justa valoración de sus méritos. Méritos de los que tradicionalmente ha hecho gala la mujer villaverdense, desvelándose en las labores del hogar y colaborando eficazmente con el hombre en los trabajos del campo o del pinar.

            Algunas de las mujeres aquí presentes podéis dar fe de vuestro propio sacrificio espigando en los rastrojos, trillando en la era o cuidando de los gansos y parros que se criaban junto a los bodones del Pilar y de la Tericia. Podríais referir igualmente vuestras idas y venidas hasta los lavaderos de las Fuentecillas, a restregar la ropa, arrodilladas sobre la banquilla, frente a la tabla de madera.

            También vosotros, los hombres de este pueblo, debéis estar orgullosos de haber sabido ganar el pan de cada día para vuestras familias, labrando la tierra, apacentando los rebaños y, sobre todo, trabajando en el pinar. Villaverdenses, gente humilde, gente pinariega: hacheros, pegueros y resineros, piñeros y piñoteros.


III
           
            No es posible hablar de fiestas, sin referirse a la juventud, cuyas mejores virtudes representáis vosotras, Alba, Cynthia y Alba, que acabáis de ser proclamadas reinas de las fiestas.

            Hace años pervivían en Villaverde ciertas celebraciones festivas que protagonizaban los mozos al entrar en quintas, rituales de iniciación en el mundo de los mayores.

            La noche del último día de abril poníais en la Plaza Mayor el mayo, el mejor de los pinos albares de vuestro pinar, engalanada su copa con naranjas y limones. Limones y naranjas que también adornaban la enramada que colocaban los jóvenes a la puerta de la iglesia, otra noche mágica, víspera de la Ascensión, con álamos y chopos cortados a orillas del Eresma, en las riberas de Castrejón.

            En el mes de mayo, de madrugada, los mozos rondaban a las mozas de su predilección, cantándoles las despedidas y plantando a su puerta un pequeño chopo como enramada. Aunque desaparecieron estas rondas, algunas estrofas de tan antiguos cantares permanecen vivas en la memoria de los ancianos de este pueblo:


                                    Despierta, dama, despierta,
                                    despierta si estás dormida,
                                    que te vienen a cantar
                                    los mozos la despedida.


                                    Canta tú, cantaré yo,
                                    cantaremos a porfía,
                                    tú cantarás a tu dama,
                                    yo cantaré a la mía.


IV

            Mucho está cambiando la vida en los últimos tiempos; las fiestas, también. Algunos festejos han desaparecido para siempre, otros han experimentado notorias transformaciones. Nuevas formas de diversión han ido apareciendo con los años.
           
            El baile en la Plaza, con dulzaina y tamboril, dio paso a la música de pianillo en los salones de la señora Ángeles González y del señor Mariano Rivero. Después llegaron las pequeñas orquestas y los conjuntos musicales de los años sesenta y setenta. Ahora están de moda las grandes orquestas, las charangas y la discomovida, hasta altas horas de la noche.

Hubo una época en que nacieron los pozales, con sus limonadas, como lugares de diversión para la juventud, recordemos a Los Tamaras, Los Peques y Los Piratas. Con el paso de los años esos pozales se convirtieron en peñas, de vistosos atuendos y originales nombres: Los Luchacos, La Tribu, Los Halcones, La Zodiac y El Pote, ya desaparecidas; aquí presentes, perdón si me olvido de alguna, El Ramalazo, la Tonina, Las Barranquillas, La Mafia, Los W, Derrivals, Los Adictos, La Aldea, El Kaos, Los CyD y Sibalius. Y entre los más pequeños, El Subidón y 3x.

            Tabernas y cantinas se transformaron en modernos bares y cafeterías. Ahora se llevan la movida y el botellón, en plena calle y hasta las tantas. A churreros y carameleras se fueron uniendo las casetas de tiro, las tómbolas y otras atracciones de feria, cada vez más modernas. En los años sesenta y setenta del siglo XX se celebraron en este pueblo, en la Plaza de las Escuelas, grandes encierros y corridas de novillos, ahora sustituidas por novedosos encierros ecológicos.
           
            Jamás faltaban en las fiestas de Villaverde los partidos de pelota a mano, jugados en el frontón de la iglesia. Tan antiguo como la pelota es el juego del tango, que aúna fuerza y destreza en sus lanzamientos. No quiero olvidarme de los niños, que disfrutan, como enanos que son, en los parques infantiles, con toboganes y castillos hinchables, toro mecánico y espuma. Y nunca faltará, en adelante, en vuestras fiestas, esa gran paella que todo el pueblo, en feliz armonía, saborea en el Parque de las Verbenas.

V

            Seguirán evolucionando las fiestas, acorde con los nuevos tiempos. Jamás desaparecerá, sin embargo, la magia y el encanto de un pueblo en su función principal, el repique de las campanas, los disparos de cohetes, el baile en la plaza, el encuentro cordial en la calle y en las peñas, desconectando durante unos días de las ocupaciones y preocupaciones habituales. Y siempre serán las fiestas un buen momento para avanzar en la concordia y armonía entre los vecinos, sin duda, la mejor manera de honrar a Santa Librada, vuestra patrona.

            En estos momentos de alegría, unámonos de corazón, en la distancia, a los hijos e hijas de este pueblo que no pueden disfrutar de estas fiestas, como sería su deseo, por hallarse enfermos, lejos de su tierra o guardando una ausencia. De justicia es también dedicar un recuerdo emocionado a los hombres y mujeres que nos precedieron en el tiempo. Padeciendo hambre y privaciones, abrieron camino a la época de bienestar que, en general, seguimos disfrutando, a pesar de la dichosa crisis.

            Pero la vida sigue adelante. En breves momentos van a comenzar unas nuevas fiestas, iguales y diferentes a la vez. Recibidlas con la mayor ilusión, con la mayor alegría… y con cierto desenfreno.


                                    ¡Que repiquen las campanas,

                                    que iluminen el cielo los cohetes,

                                    que sepan en todo el mundo

                                    que Villaverde está en fiestas!

                                                        
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