sábado, 16 de agosto de 2014

EL PINO CAÍDO

En Sacedón el pino más conocido es el de la Virgen, por su antigüedad, por su porte y, actualmente, por albergar la escultura que sirve de homenaje al piñero. Sin embargo, pueblan el paraje otros ejemplares igualmente valiosos, pero menos conocidos. 

Uno de ellos crecía al borde mismo de las peñas que forman el encajado valle del río Eresma, aguas arriba de la fuente de Sacedón, muy cerquita de ella, aunque ya en término de Aguasal-Ordoño. A su lado se alzaban una joven encina y otros dos pinos, uno de ellos con dos gachas. Para acceder al lugar, cercado de alambrada, es necesario actualmente dar un buen rodeo.

Este pino, como hemos dicho, nació y se crió al borde mismo del despeñadero que forman las empinadas paredes del valle del río. Su grueso tronco y su amplia copa se asomaban al abismo. Con el paso de los años, al erosionarse las arcillas de su base, sus gruesas raíces fueron quedando al descubierto. A ello se añadía el peso de su tronco y ramaje, cada vez mayor.

 El pino, mirando hacia la ermita.

 Mirando hacia Castrejón.

El pino, visto desde el cauce del río.

El invierno pasado, o tal vez ya en primavera, nadie sabe cuándo sucedió exactamente, las raíces no pudieron soportar tanto peso y el pino se despeñó sobre las aguas del río Eresma, donde yace ahora. No han podido moverlo de su sitio las fuertes corrientes de las crecidas del río en la pasada primavera, que sí arrastraron aguas abajo algunas de sus ramas, como todavía puede contemplarse. 



El sitio donde estuvo el pino.



El tronco del pino, en las aguas del río Eresma.

Sirvan estas líneas de recuerdo a este pino valeroso, toda su vida al borde del precipicio. A su lado, algunos nos fotografiamos un día, con las aguas del Eresma como escenario, en el fondo del valle. 

Alejandro Martín Sastre y Carlos Arranz Santos,
año 1979.

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