lunes, 28 de marzo de 2016

DÍA DE SACEDÓN: MAÑANA LLUVIOSA

MISA BAJO LA LLUVIA

La lluvia, acompañada por un viento frío, ha sido la nota destacada de la romería de Sacedón, por la mañana. Ha estado lloviendo durante toda la misa, que a pesar de todo, se ha celebrado en la pradera de la ermita, con la imagen situada en sus andas, al lado del pórtico, protegida por una funda de plástico, excepto por la parte de adelante, de modo que se la viera. El altar, bajo el pórtico, como siempre.

Delante, en unos bancos con asientos calados por la lluvia, menos gente que otros años, lógicamente, y protegiéndose del agua con paraguas. Acompañando a la mayordoma, Genoveva Lozano Martín, los miembros de la Corporación Municipal y Víctor Alonso Monge, vicepresidente de la Diputación Provincial de Valladolid y alcalde de Fombellida, que ya asistió a la romería el año pasado. A su alrededor, muchas personas devotas, todas con sus paraguas. Dentro de la ermita, sentados en los bancos, mucha gente, generalmente mayor, para seguir la misa desde dentro.

Con algo de retraso sobre el horario previsto ha comenzado la celebración eucarística, presidida por el padre Alberto Costa, de la orden de los Misioneros Oblatos, párroco de Megeces y Mojados. A su lado, don Domingo, nuestro párroco, que haciendo gala de buen humor ha dicho que no pidiéramos hoy el agua a la Virgen, que no hacía falta. La   misma mayordoma, Genoveva, su madre Pilar, y dos sobrinas, Carlota y Jimena, se han ocupado de las lecturas  y de las peticiones. 

En el comienzo de su sermón, el padre Alberto ha manifestado estar asombrado de ver reunidas a tantas personas en torno a la Virgen, a pesar del tiempo tan desapacible. Ha centrado su predicación en la figura de María, que llena de la gracia de Dios, sigue intercediendo por nosotros ante su Hijo, favoreciéndonos con su amor maternal. Por eso hoy, como todos los años, desde hace siglos, nos encontrábamos reunidos ante Ella para darle las gracias.

Concluida la misa, puestos los celebrantes y la mayordoma a los pies de Nuestra Señora, se ha cantado la salve y se han lanzado los habituales vivas, a la Virgen y al Niño Chiquitín. Don Domingo ha indicado que como no lo había hecho antes, con las prisas de los preparativos, iba a subir a la espadaña de la ermita a tocar el esquilín. Han tenido que recordarle que no había dado todavía la bendición final y que anunciara a que hora iba a ser la procesión. Ha respondido que en principio a las cuatro y media de la tarde, pero que ya veríamos, que todo dependía del tiempo que hiciera.

Por eso, por eso el tiempo que hacía –seguía lloviendo- muchas personas se han venido hasta Pedrajas para comer. Otros han aguantado al pie de los pinos, en sus corros, como si tal cosa.


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